La Presa Capitulo II

El hombre de la bata blanca, se fue y ni siquiera se acerco a verme, a comprobar si aun respiraba o estaba despierta, mejor así, no se cuanto tardara en regresar, pero tengo que pensar. Estoy inmovilizada, es mejor no moverme de momento... Estoy deslumbrada por el exceso de luz, no veo nada, pero por lo menos se que hay una puerta y donde esta, también se que estoy en una habitación, no he visto muebles, no hay ventana, me rodea la mas absoluta blancura, me pareció ver una silla cerca de la puerta, no estoy muy segura, tuve que cerrar los ojos para que no notara que estaba despierta, eso me da algún tiempo de mas... para pensar.

Tengo mucho miedo, no se que quiere ese monstruo de mi, aunque puedo imaginar lo peor, lo que no se, ¿es por que me a traído aquí? ¿porque no acabo conmigo en la calle como hizo con la mujer-leopardo?

Un hombre caminaba justo a mi espalda parecía querer alcanzarme, lo vi solo unos segundos, aligere el paso, me asusto, entonces sonó un golpe seco y al girarme ya no lo vi, ahora había otro hombre muy cerca, demasiado, con solo extender el brazo me hubiera podido agarrar.

Un gato en celo, maúlla desconsoladamente desde algún lugar entre dos farolas, otro le responde desde el alero del tejado de un bar , el maullido suena como el llanto de un recién nacido... Como si estuviera padeciendo los agónicos dolores de un cólico intestinal, el lloro se repite, aumenta de volumen y me pone los pelos de punta.

Estoy sentada en el parque del pueblo, llevo los mismos vaqueros desgastados, el mismo jersey y el mismo anorak desde hace tres días, el pelo negro casi rubio y enmarañado, me caé por la espalda y el viento hace que se me encrespe mas de lo habitual.

Tengo que hacer algo, hace ya una semana que tuve la visión y no he hecho nada por cambiarla, ¡esta decidido mañana me voy a Madrid!, a casa de la prima Claudia, a ver si encuentro el teléfono.

¡Hace tanto que no se de ella!

¡Madrid es enorme!

Me pierdo en los túneles del metro, hay gente que camina hacia todos lados y todos tienen prisa.

Es invierno afuera, pero aquí abajo el aire es calido, siempre en movimiento, circulando como si fuera la brisa de las montañas, en el mes de agosto.

Me imagino que serán ventiladores gigantes, los que mueven esta brisa caliente, luego cuando al fin llegas a tu destino, subes las interminables escaleras mecánicas, y llegas al exterior, el verdadero aire, helado y contaminado, te azota la cara y hace que te encojas dentro de tu abrigo.

Claudia parece contenta de verme, creo que somos mas o menos de la misma edad quizás ella me lleva un año o tal vez dos, algún día le preguntare, su piso es pequeño pero bien amueblado, con todo el espacio (que es poco) bien aprovechado.

¡Que diferente es todo aquí!

Me quería ceder su habitación la única que tiene, pero me he negado, dormiré en el sofá cama que ocupa casi toda la sala, tiene cocina americana con muchos aparatos eléctricos, muchos ni sabia que existían.

-Bien primita, ya estas aquí, que alegría me diste ayer por teléfono, la de tiempo que no sabia de ti ¿y dime que tal la tía? ¿y el pueblo? ¿oye se caso Lourdes, con el novio ese que tenia desde primero de la E.G.B?

-Ya sabes ese que era tan cabezón, el sobrino de don Cipriano, el cura que nos dio la primera comunión.-

Dijo Claudia del tirón.

-Mi madre bien, como siempre, ya la conoces con sus cosas.-

-Desde que murió mi padre, se va apagando, como las velas que ponen a los santos.-

( Miento como una bellaca, mi madre es una bruja y me odia tanto como yo a ella)

Eso me lo callo.

Claudia me mira con pesar, con esos ojos tan azules que tiene, creo que me tiene pena.

( a lo mejor ella también sabe...)

- Lourdes se caso, pero con otro, el cabezón se hizo militar, se enamoro de una compañera, en unas maniobras que hizo en Zaragoza, y Lourdes creo que hasta se alegro, lo suyo me parece que era mas costumbre que otra cosa.-

Claudia es hermosa, lo fue desde niña y por si eso fuera poco, ademas es buena persona y parece preocuparse por todos, los que la rodean. Yo le tengo mucho cariño, (y de verdad que no le tengo envidia, cosa que no seria nada difícil).

Al hablar mueve su larga melena rubia, cortada en capas, cada capa es una cascada dorada que se derrama sobre sus hombros y forman como una aureola alrededor de su hermoso rostro, seguro que pongo cara de tonta, mientras la miro, ella sonríe y me enseña donde están: las sabanas, el edredón, la cafetera, los platos, las sopas Maggi etc...

Ya me se todo, lo que me tenia que saber, sobre el mini-apartamento de Claudia.

Luego me explicara la situación del metro mas cercano y como llegar a cualquier zona sin hacer muchos transbordos.

Se que sonrío demasiado, tengo que parecer alegre, despreocupada también.

No pienso involucrarla en mis problemas, no se lo merece, es demasiado buena y amable.

Aun, no me ha preguntado, por que he venido, ni cuanto tiempo voy a ser ”la ocupa”, de su bonito sofá amarillo.